miércoles, 2 de enero de 2013

CUANDO PERDEMOS LA HUMILDAD DEL CORAZON


Lucas 12; 13 – 21

El señor enseñaba a la multitud, cuando el hombre se hace insensato, porque no anhela sino las cosas materiales, y no lo del espíritu, poniendo por encima los conceptos de lo material sobre lo espiritual.

Este hombre de la parábola por su gran cantidad de dinero acumulada, había empezado a perder el concepto de lo que es depender de Dios, poniendo sus riquezas como su fortaleza y se apartaba del conocimiento de sus debilidades, por lo que nuestro Dios le tuvo que recordar manifestándole que era un necio (v-20)

Porque ha eso llega el hombre cuando pierde su humildad, se convierte en un necio, un ignorante que no sabe lo que tiene o debe hacer    

¿Qué es la humildad?

Si buscamos en un diccionario, encontramos esta definición;

“VIRTUD QUE CONSISTE EN EL CONOCIMIENTO DE LAS PROPIAS LIMITACIONES Y DEBILIDADES Y EN OBRAR DE ACUERDO CON ESE CONOCIMIENTO”

Pero comencemos a definir el concepto viendo lo que nos dice el apóstol Pablo en Romanos 12:3:

12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

En este versículo Pablo nos dice que cada creyente es llamado a tener un concepto apropiado de sí mismo.

Ser humilde, entonces, significa conocer las debilidades y las habilidades que tenemos, reconocer nuestras fallas y reconocer nuestra imagen propia.

Se cuenta la historia de una tortuguita que laboriosamente subía el tronco de un árbol, usando la boca para agarrarse de la corteza y empujando con las patas a toda fuerza. Finalmente, llegó a la primera rama y empezó cuidadosamente a atravesarla. Cuando había llegado casi al final, se lanzó al espacio, extendió las patas…y dio un fuerte golpe en el suelo.

Volvió a repetir el proceso con mucha dificultad, se lanzó al vacío…y cayó nuevamente. Dos buitres lo miraban sentados sobre una pared. De repente, uno le dijo al otro: ¿No crees que es hora de decirle que fue adoptado?

Si no tenemos un concepto apropiado de nosotros mismos, podremos ser como esa tortuga. En vez de buscar el lugar que Dios tiene preparado para nosotros, podremos insistir en tomar posiciones que no fueron hechas para nosotros. Y es allí donde empezamos a querer vivir de apariencia, así no tenga para comer pero que crean que tiene,

Esto sucede en la iglesia, por ejemplo, cuando pretende aparentar que tiene muchos dones del espíritu santo, con el propósito de recibir halagos, cuando sus dones no se prestan a esa clase de servicio. Cada uno de nosotros debe de considerar con honestidad cómo podemos servir mejor.

A la vez, no debemos de tenernos en poco, pues hay quienes siempre responden con un "no puedo" cuando se les invita a servir al Señor, debemos de tener en cuenta que Dios no hace basura. Si Dios te creó, puedes estar seguro de que sirves para algo.

La humildad consiste en reconocer que tu valor no depende de lo que haces, sino de lo que eres. Si estás en Cristo, eres hijo de Dios; ése es tu valor. Nos alocamos tantas veces tratando probar que valemos algo por el dinero que ganamos, por nuestra apariencia física o aun porque somos más religiosos que otros. Pero por más riquezas o fuerza física que tengamos, somos débiles y dependemos de Dios.

Pablo, en cambio, había aprendido la importancia de hallar su identidad en Cristo. Leamos lo que él dice en Filipenses 3:7-9:

Antes de su conversión, Pablo se consideraba digno de la aprobación de Dios en base a sus logros, sus estudios, su pasión; pues era Judío nacido en Tarso de Cilicio y criado en Jerusalén, instruido por el rabino GAMALIEL doctor de la ley y prominente miembro del sanedrín.   

Ahora, sin embargo, valora mucho más el conocer a Cristo. Ya no valora esas cosas. Sigue siendo judío, sigue siendo ciudadano romano, sigue usando su conocimiento del Antiguo Testamento - pero estas cosas ya no le son importantes como muestras de su valor ante Dios o ante las personas. Su valor lo encuentra en el hecho de que Cristo lo amó y murió por él.

Porque que nos ganamos con conocer tanto de Biblia, o ser unos eminentes teólogos, si desconocemos de la fe en nuestro señor Jesucristo.  

Solo hallaremos la verdadera humildad cuando empecemos a encontrar nuestra identidad en Cristo, en lugar de estarnos comparando con otras personas  o queriendo vivir como otras personas. No tenemos que ser más inteligentes, más guapos o más fuertes que otros para valer algo.

¿Cómo se aprende la humildad?

Los proverbios de Salomón, nos enseña; Prov. 11: 2 “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes esta la sabiduría”.  

El apóstol Santiago tiene mucho que decir acerca de la humildad. No tenemos tiempo para considerar todo lo que él nos dice, pero vamos a encontrar un par de pistas en su carta. Para empezar, leamos Santiago 1:9-10:

1:9 El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación;
1:10 pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.


Santiago nos quiere poner a pensar. Si consideramos su mensaje, él nos está enseñando a ver más allá de los valores humanos. La primera clave para aprender la humildad es reconocer lo que realmente importa, en lugar de aceptar el sistema de valores del mundo.

Si eres parte de la familia de Dios - si eres "hermano" - sin importar cuál sea tu condición económica, tienes motivo para sentirte contento contigo mismo. No tiene que ver con tus logros ante el mundo, ni con tu nivel económico ni con las metas que hayas alcanzado; tiene que ver con el amor que Dios tiene por ti, y el hecho de que has sido creado a su imagen.

Si tienes alguna posición en el mundo, tendrás que recordar que ante Dios, eso no vale para nada. Tendrás que encontrar valor en tu humilde condición ante Dios. En cambio, si no tienes ningún renombre en el mundo, podrás gozarte en tu posición exaltada ante el Señor. Así como lo muestra el salmista.

 Salmo 147: 6 “JEHOVÁ EXALTA A LOS HUMILDES, Y HUMILLA A LOS IMPÍOS HASTA LA TIERRA”.

Más nuestro señor Jesucristo nos dio ese ejemplo de humildad.

FILIPENSES 2; 5 – 11

Nuestro señor Jesucristo no se aferró a la condición de ser hijo de Dios y ser Dios, para despojarse y hacerse siervo, y en la condición de ser hombre humillarse en obediencia hasta la muerte; el más alto grado de humildad fue la muerte en la cruz, teniendo el poder y la forma de cómo defenderse se dejó azotar, escupir y crucificar. Por lo cual Dios le exalto dice la palabra……. V-9,10 y 11.

Conforme más tiempo pasemos en la presencia de Dios, aprendiendo de él, adorándole a él, conociéndole a él, más humildes llegaremos a ser. Conforme más contemplemos su grandeza, su amor, su perfección, más nos iremos dando cuenta de nuestra insignificancia.

De igual modo, cuando estamos ante Dios, cuando llegamos a sentir su presencia y su poder, nos damos cuenta de lo realmente insignificantes que somos. Nos damos cuenta del milagro de su amor y su atención por nosotros, y no podemos hacer más que adorar. De aquí nace la humildad - la humildad que Dios busca y galardona.

El asno entró en Jerusalén, y la gente tendió sus mantos frente a él para que los pisara. El asno no se enorgulleció. Él sabía que no era para honrarle a él, sino para Jesús, quien iba montado sobre él. Cuando la gente aplaude en los cultos, sé que no es a mí a quien aplauden y honran, sino a mi Señor, quien está sobre nosotros y quien hace el trabajo.


AMEN

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