JUAN
5: 1-15
Empecemos por notar que
la primera parte de los comentarios relatados en este pasaje tuvieron lugar en
un estanque llamado Betesda, que significa casa de la misericordia y que tenía
a sus alrededor cinco pórticos en los que se cobijaban una multitud de
enfermos, ciegos, cojos y paralíticos.
Pero entre todos los
enfermos había uno por el que Jesús se interesó de manera especial. Se trataba
de un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba sufriendo mientras
esperaba una sanidad que nunca llegaba. Cuando Jesús inició la
conversación con él, lo primero que le dijo nos puede parecer algo ridículo:
"¿Quieres ser sano?".
Pero nunca hay nada
absurdo en lo que el Señor hace. De hecho, el Señor estaba abordando el
problema en su misma raíz. Porque aunque nos pueda
parecer extraño, hay muchas personas que están enfermas y prefieren continuar
en su estado, ya que éste les atrae por la lástima que producen y la ayuda de
otros.
Y peor aún, tu les ofrece
la solución a sus problemas, como es el invitarlos a buscar a Cristo y lo que
recibes como respuesta es; “Vamos ver si vamos” un vamos a ver que nunca
realizan.
Se puede percibir ese
estado que no quieren salir del problema ¿Cuántos hay que a pesar de tantos
fracasos en la vida, no quieren acudir a Dios en busca de una solución a su
situación?
Viven sin poder escapar
de su dilema personal, de los problemas y el vacío de su alma, y sin embargo se
niegan a ser sanados moral y espiritualmente. A pesar de que se
sienten totalmente insatisfechos con su situación, prefieren resignarse como
excusa para no hacer nada y así seguir viviendo de la misma manera que les
causa sus problemas.
Ahora miremos en el
texto bíblico, ante la pregunta que le hace nuestro señor Jesús, el paralítico,
este busca la excusa perfecta para justificar su situación, pues si observamos
bien el texto, nuestro señor Jesús no le estaba preguntando si tenía quien lo
metiera en el estanque. Así encontramos muchas
personas, que ante el llamado a buscar a Jesús, buscan cantidades de excusas
para justificar su situación o condición pecadora. Y esta condición de
frustración les impide darse cuenta de que tienen delante de ellos la verdadera
solución a su situación, tal como le pasó al Paralítico, no podía ver que tenía
delante de él al hijo de Dios.
Ahora más inquietante
se nos hace cuando después de haber sido sanado, este no busca agradecer al señor,
allí en el texto bíblico no relata esto, más bien nos dice que Jesús es el que
luego le halla de nuevo y le alerta a dejar el pecado.
V-
14. "Has sido
sanado; no peques más para que no te venga alguna cosa peor"
Estas palabras del
Señor nos sorprenden.
¿Qué podía haber peor
que pasar treinta y ocho años paralítico, tirado en el suelo y olvidado de la
sociedad?
Sin duda es posible
encontrar tragedias mayores en un mundo como el nuestro.
Pero ¿a qué se refería
el Señor? Pues indudablemente tiene
que ver con el castigo eterno. Y la única forma de
evitarlo es seguir las indicaciones de Jesús: "No peques más".
Para terminar este mensaje
nos quedamos con una sensación un tanto extraña. ¿Por qué decidió Jesús sanar a
aquel paralítico? Por un lado, el enfermo
ni sabía quién era Jesús, ni tampoco esperaba nada de él. Además, una vez sanado,
el Señor le tuvo que advertir seriamente que no siguiera viviendo de la misma
manera que hasta ese momento lo había hecho, para que no le viniera alguna cosa
peor, lo que nos hace pensar que después de su sanidad, no parecía tener
intenciones de cambiar espiritualmente.
Así se encuentran
muchas personas en el mundo, enfermos en lo natural y en lo espiritual, son
sanados en lo natural por el señor, pero siguen enfermos espiritualmente,
paralíticos, ciegos, y cojos.
Y lo podemos discernir
porque una vez reciben sanidad del señor no tienen la más mínima intención de
cambiar de pensar y su carácter sigue siendo la de un pecador.
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