Romanos 8:30
Y
a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
"A los que
predestinó, también los llamó”
Este llamado
desautoriza toda confianza en nuestras propias acciones, y nos conduce solo a
Cristo por salvación, y después nos libra de las obras muertas para que
sirvamos a un Dios vivo y verdadero. Así como Aquel que te llamó es santo, tú
debes ser santo.
Si vives en pecado, no
eres llamado, pero si en verdad eres de Cristo puedes decir: "Nada me
duele más que el pecado, deseo deshacerme de él; Señor, ayúdame a ser
santo". ¿Es este el anhelo de tu corazón? ¿Es esta la naturaleza de tu
vida hacia Dios y su divina voluntad?
Otra vez, dice el Apóstol
Pablo en Filipenses 3:13-14, el apóstol nos habla del "llamamiento celestial en Cristo Jesús".
Entonces no queda sino
hacernos esas preguntas.
¿Es entonces tu llamado
un supremo llamamiento?
¿Has ennoblecido tu
corazón, poniéndolo sobre las cosas celestiales?
Otra prueba de que
somos llamados la encontramos en hebreos 3:1: "Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial".
El llamamiento celestial significa un llamado del cielo. Si solamente te llama
el hombre, no eres llamado.
¿Proviene de Dios tu
llamado?
¿Es un llamamiento
hacia y desde el cielo?
¿Es tu llamamiento
santo, supremo y celestial? Entonces amado hermano, has sido llamado por Dios,
pues así es el llamado por medio del cual Dios llama a su Pueblo.
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