Job 7:12 [RV60]
¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, Para que me
pongas guarda?
"¿Soy acaso el mar, el monstruo del abismo,
para que me pongas bajo vigilancia?"
Esta era una pregunta extraña que Job le formuló al Señor.
Él se sentía demasiado insignificante como para ser observado y castigado, y
esperaba no ser tan desobediente como para necesitar ser controlado.
La pregunta era natural proviniendo de alguien que
padecía sufrimientos insoportables pero, después de todo, puede producir una
respuesta humillante. Es un hombre, no el mar, pero está mucho más lleno de
dificultades y desobediencia. El mar obedece respetuosamente sus límites, y
aunque sea solo una faja de arena, el mar no sobrepasa el límite. Poderoso como
es, el mar escucha el divino "hasta acá", y cuando está más
embravecido por la tempestad respeta la palabra; pero el hombre obstinado
desafía al cielo y agobia a la Tierra, y tampoco existe un fin para esta ira
rebelde.
El mar, obediente a la luna, baja y fluye con
incesante regularidad y, por lo tanto, rinde tanto una obediencia activa como
pasiva, pero el hombre, intranquilo más allá de su esfera, duerme dentro del
cumplimiento del deber, indolente en donde debería ser activo. Ni avanzará ni
se detendrá a la orden divina, sino que prefiere, huraño, hacer lo que no
debería hacer y dejar sin hacer aquello que se requiere de él.
Cada gota en el océano, cada burbuja perlada y cada
espuma, todo caparazón y piedrita sienten el poder de la ley y se rinden o se
mueven de inmediato.
¡Oh, qué nuestra naturaleza fuera, aunque sea en una
milésima parte, conforme a la voluntad de Dios! Decimos que el mar es
inconstante y falso, ¡pero qué constante que es! Desde los días de nuestros
padres y en los tiempos anteriores a ellos, el mar está donde siempre estuvo,
golpeando los mismos acantilados al mismo ritmo; sabemos dónde encontrarlo, no
abandona su lecho y no cesa su bramar incesante, pero ¿dónde está el hombre
vano, el hombre inconstante? ¿Puede el hombre sabio adivinar por cuál
insensatez será tentado en su obediencia? Necesitamos más vigilancia que el mar
ondulante, y somos mucho más rebeldes.
Señor, contrólanos para tu propia gloria. Amén.
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