sábado, 25 de abril de 2020

REGRESO A CASA

Después de mucho tiempo de estar inactivo la página cristiana, por motivos de encontrarnos capacitandonos para este momento de la vida, de poder entregar un material a todos los hombres y mujeres que buscan de Dios, como ayuda espiritual, volveremos a retomar este medio y ahora lo hacemos de la mano con una gran congregación ubicada en el municipio de Planeta Rica - Córdoba, y la cual está compuesta por hombres y mujeres luchadores en el amor del señor.

Por eso pedimos perdón a nuestros seguidores y aquellos quienes ingresaban al blogger con el fin de alentar su espíritu en los momentos difíciles que tiene la vida, por haberles abandonado tanto tiempo, pero asi lo quiso nuestro señor Dios, eterno y misericordioso padre del cielo, que para este tiempo dificil de crisis humanitaria volvamos a encontrarnos.

Estaremos trayendoles temas de la palabra del señor dada por los profetas en los tiempos del pueblo de Israel, y la cual está vigente en sus profecías para el mundo contemporáneo. Así que amigos no se separen de esta página porque estaremos mucho tiempo con ustedes.

SOMOS MAS DESOBEDIENTES QUE EL MAR



Job 7:12 [RV60]

¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, Para que me pongas guarda?

"¿Soy acaso el mar, el monstruo del abismo, para que me pongas bajo vigilancia?"

Esta era una pregunta extraña que Job le formuló al Señor. Él se sentía demasiado insignificante como para ser observado y castigado, y esperaba no ser tan desobediente como para necesitar ser controlado.
La pregunta era natural proviniendo de alguien que padecía sufrimientos insoportables pero, después de todo, puede producir una respuesta humillante. Es un hombre, no el mar, pero está mucho más lleno de dificultades y desobediencia. El mar obedece respetuosamente sus límites, y aunque sea solo una faja de arena, el mar no sobrepasa el límite. Poderoso como es, el mar escucha el divino "hasta acá", y cuando está más embravecido por la tempestad respeta la palabra; pero el hombre obstinado desafía al cielo y agobia a la Tierra, y tampoco existe un fin para esta ira rebelde.

El mar, obediente a la luna, baja y fluye con incesante regularidad y, por lo tanto, rinde tanto una obediencia activa como pasiva, pero el hombre, intranquilo más allá de su esfera, duerme dentro del cumplimiento del deber, indolente en donde debería ser activo. Ni avanzará ni se detendrá a la orden divina, sino que prefiere, huraño, hacer lo que no debería hacer y dejar sin hacer aquello que se requiere de él.

Cada gota en el océano, cada burbuja perlada y cada espuma, todo caparazón y piedrita sienten el poder de la ley y se rinden o se mueven de inmediato.

¡Oh, qué nuestra naturaleza fuera, aunque sea en una milésima parte, conforme a la voluntad de Dios! Decimos que el mar es inconstante y falso, ¡pero qué constante que es! Desde los días de nuestros padres y en los tiempos anteriores a ellos, el mar está donde siempre estuvo, golpeando los mismos acantilados al mismo ritmo; sabemos dónde encontrarlo, no abandona su lecho y no cesa su bramar incesante, pero ¿dónde está el hombre vano, el hombre inconstante? ¿Puede el hombre sabio adivinar por cuál insensatez será tentado en su obediencia? Necesitamos más vigilancia que el mar ondulante, y somos mucho más rebeldes.

Señor, contrólanos para tu propia gloria. Amén.

A LOS QUE PREDESTINÓ, TAMBIÉN LOS LLAMÓ

Romanos 8:30   Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó,...